Eduardo Ruiz Abellán: Los cambios sociales en los ss. XVIII y XIX.
El siglo XVIII supuso el desarrollo de una serie de cambios en todos los órdenes de la vida que dieron lugar al inicio de una nueva época histórica: la Modernidad. Los primeros signos de este cambio de época se dieron en el mundo de las ideas. Las nuevas visiones del mundo y de la vida tienen como consecuencia pasar de un mundo en el que predominan las ideas y vivencias cristianas, la Cristiandad, a otro, en el que se intenta construir una sociedad: “etsi Deus non daretur”. Como si Dios no existiera. Los desarrollos autónomos de la Ciencia, especialmente en el campo de la Física, permiten, por una transposición imaginada, pensar un mundo regido por leyes autónomas, separado de toda noción de Providencia.
El cambio en el mundo de las ideas va seguido del cambio en la esfera de la vida política; tienen lugar las denominadas Revoluciones Atlánticas: inglesa o gloriosa, americana y francesa, que dividirán al mundo occidental en dos visiones de la sociedad y del papel del Estado. Una, la anglosajona, basada en las ideas de Locke y Montesquieu, más proclives a la libertad y al control del poder y respetuosos con las creencias religiosas, especialmente en el laicismo positivo que todavía se puede leer en la Constitución norteamericana de 1787 y otra, la francesa, y con ella gran parte de la tradición continental europea, que oscilará, como la propia revolución francesa, entre la libertad y la igualdad, sin lograr una verdadera armonía entre estos dos valores. El planteamiento ingenuo de Rousseau sobre las virtudes de la Voluntad General, potenciará, a la postre, toda clase de intromisiones del Estado, hasta acabar, “malgré lui”, en la ruina totalitaria que hemos conocido en el siglo XX y que es fruto exclusivo de esta época como bien señalara Julián Marías.
En la esfera social, estos cambios van acompañados de la desaparición de la sociedad estamental, del mercantilismo y de una clericalización que se sustentaba en la Alianza del Trono y del Altar y se fundamentaba, ideológicamente, en las doctrinas del derecho divino de los reyes, proyección interesada de la unción de los reyes de Israel por Jahveh tal y como se relata en el Antiguo Testamento. Encontramos aquí el origen de las profundas transformaciones socioeconómicas que se suceden en el siglo XIX. La Revolución industrial da lugar a que millones de hombres y mujeres abandonen las actividades agrícolas, así como todo un mundo rico en tradiciones y costumbres, para dirigirse a los suburbios de las ciudades en busca de las ventajas de un salario, más o menos estable, y de las nuevas condiciones que la vida urbana parecía capaz de ofrecerles. El resultado, por lo menos al principio, ya lo conocemos: el hacinamiento, las viviendas insalubres, los salarios bajos, el trabajo de mujeres y niños, los horarios sin, prácticamente, límites ni descansos, etc., etc.
En poco tiempo, la “cuestión social” se convierte en foco de atención prioritaria de todo el pensamiento social, desde los teóricos del socialismo hasta el papado (León XIII y su Rerum Novarum) que denuncian las consecuencias negativas del nuevo (des) orden económico. Las formas antiguas de relación social se rompen y millones de hombres y mujeres quedan expuestos, sin casi defensas, ante nuevas formas de vida social que generan la pérdida del sentido vital. Hay que recordar que E. Durkheim, en su obra División social del trabajo, denuncia la ausencia de criterios morales para hacer frente a las nuevas situaciones creadas y en las que lo económico parece ocupar el centro de la vida social. La consecuencia es la generalización de las situaciones anómicas. Se echaba en falta un contexto social estable que viniera a sustituir al que había saltado por los aires a consecuencia de los eventos revolucionarios y de los avances tecnológicos. En este contexto, surge la Sociología, como nueva ciencia que, en el pensamiento de sus mentores, trataba de resolver con criterios científicos los desarreglos de la época. No es de extrañar que el primer nombre de esta nueva disciplina fuera el de “física social”.
Eduardo Ruiz Abellán, [Resumen histórico de cómo ha sido tratada la cuestión social en el pensamiento y en la legislación desde la publicación del Manifiesto hasta nuestros días], en Derecho social y administración pública, Santiago de Compostela, Escuela Gallega de Administración Pública, 2013, pp. 576-589.
Cita de las pp. 576-577. El libro completo está disponible en:
https://egap.xunta.gal/Documentos/Publicacions/[1396950475]EGAP01_red.pdf
Comentarios
Publicar un comentario