Brancaforte: sobre Alfonso X el Sabio
"La imagen de serenidad que se desprende de las miniaturas que acompañan las obras de Alfonso el Sabio no corresponde a la realidad histórica, ni a la actuación, a veces contundente, que el rey Sabio tuvo en distintos sucesos de los cuales fue protagonista. Al juntar las distintas piezas, aparece una personalidad compleja y <<difícil>>, en la que vemos los ingredientes principales de una tragedia griega, o del rey Lear: la ambición nunca completamente lograda del rey Alfonso de ser elegido emperador del sacro romano imperio; la rebelión de los nobles, la enemistad con sus hermanos y más destacadamente con su hijo Sancho; la muerte de su hijo predilecto, don Fernando en 1275; la humillación de ser depuesto como rey en 1282 por su hijo Sancho y los nobles rebeldes.
Al subir al trono en 1252, Alfonso heredaba la tradición guerrera trazada particularmente por su abuelo Alfonso VIII, el vencedor de Las Navas de Tolosa en 1212; y por su padre Fernando III, el Santo, conquistador de Córdoba, Sevilla, Murcia y Jaén. Al comienzo de su reinado Alfonso había seguido con la misma política de sus antecesores, pero se desvió luego al perseguir durante casi veinte años -de 1256 a 1275- el sueño de ser emperador, sueño que resultó ser tan inalcanzable como la ballena para el capitán Ahab. Su pretensión se basaba en los derechos de su madre, doña Beatriz, hija del duque de Suabia, Felipe, el cual había sido emperador a comienzos del siglo XIII. Sin embargo, la hostilidad de los papas, especialmente la de Gregorio X, elegido en 1271, resultó decisiva. Alfonso tuvo que renunciar a sus aspiraciones imperiales [...]
Las aspiraciones imperiales de Alfonso nunca habían gozado de popularidad en sus reinos, particularmente entre los nobles, ya que esa ambición acarreaba una disminución de los privilegios de los nobles y la imposición de nuevos impuestos, necesarios para la elección. Y el rey necesitaba mucho dinero, también para el soborno, directo o indirecto, de los que pudieran favorecer su causa.
Al fracaso de las aspiraciones imperiales de Alfonso X sucedieron desgracias personales, en especial la muerte, en 1275, del hijo primogénito Fernando de la Cerda, con lo que se exacerbaron las divisiones políticas entre el rey Alfonso, por un lado, y los nobles rebeldes y el hijo del rey, don Sancho, por otro.
Los nobles, casi desde el comienzo del reinado de Alfonso, estaban muy insatisfechos por varias razones que podrían resumirse así: la codificación y promulgación de leyes orgánicas que disminuían el poder de la nobleza; el que cesaran o disminuyeran mucho las conquistas de territorios árabes, con lo cual quedaban refrenadas muchas energías guerreras; la inflación y la devaluación de la moneda.
Don Sancho se rebeló abiertamente contra su padre en 1280, cuando éste quiso poner en vigor la ley de sucesión al reino, establecida en las Partidas, pero jamás aplicada hasta ese momento en Castilla. Según esa ley, a la muerte del hijo mayor, heredaban sus derechos los hijos del primogénito y, por tanto, don Sancho quedaba excluido de la sucesión al reino. La rebelión del hijo, apoyada por los nobles y por los enemigos políticos de Alfonso, culminó en las Cortes de Valladolid en 1282, donde se decidió la deposición del rey Alfonso.
[...] en 1283 murió el rey Alfonso, y le sucedió en el trono su hijo Sancho.
Si desde la perspectiva puramente política el reinado de Alfonso no se caracterizó por sus éxitos, en cambio su impacto en la cultura de la península y la europea es indiscutible. [...] También es extraordinario el hecho de que se juntasen muchos sabios que pertenecían a distintas culturas y religiones, judíos, árabes, cristianos, y que estudiaran juntos durante años y años todas las obras a su alcance sobre derecho, historia, astronomía, poesía, retórica, etc.
Y hay además hechos curiosos. Los mismos judíos y árabes que colaboraban en las traducciones de tantas obras, tenían que leer leyes como éstas (aunque tuvieran esas leyes una historia muy larga):
Et la razon porque la eglesia, et los emperadores, et los reyes et los otros principes sufrieron a los judios vivir entre los cristianos esesta: porque ellos viviesen como en cativerio para siempre et fuese remembranza a los homes que ellos vienen del linage de aquellos que crucificaron a nuestro señor Jesucristo. [Siete Partidas, VIII, título XXIV, Ley I].
Y respecto a las relaciones sexuales entre judíos y cristianas:
Atrevencia et osadia muy grande facen los judios que yacen con las cristianas, et por ende mandamos que todos los judios contra quien fuere probado daqui adelante que tal cosa hayan fecho, que mueran por ello.
Como puede leerse particularmente en el Título XXV (Partida VII), los árabes recibían en las leyes un tratamiento algo mejor, pero no mucho. Con todo esto se quiere indicar que el rey Alfonso no era un monarca <<ilustrado>> en todos los aspectos, y que compartía los prejuicios de su época. Sin embargo, en medio de sus contradicciones dio impulso a la labor cultural más importante de la Edad Media española".
BRANCAFORTE, Benito "Introducción" a ALFONSO EL SABIO, Prosa histórica, Madrid, Cátedra, 1984, pp. 11-15.
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